“La vida que la cultura nunca te va a conceder la debes tomar”
Virgie Tovar es una activista chicana escandalosa, “fatshionista” y amante de los pastelitos de crema, cuyo trabajo se centra en la gordofobia. Para ponernos en contexto, se define a sí misma como una enamorada de las pedicuras, los estampados de leopardo y los chihuahuas que no podría vivir sin mimosas , gafas de sol enormes, bañadores minúsculos y tampoco sin su Hitchi Magic Wand (un dildo vibrador). Por esto no pudimos sino pensar en ella cuando ideamos nuestra Falda Virgie.
El trabajo de Virgie es amplio: charlas, libros, conferencias, artículos de prensa, vídeos de youtube e incluso un campamento para gordes. Aparte de ser la impulsora del hashtag #losehatenotweight, bastante popular en el activismo gordo en lugares de habla inglesa.
Desde hace un tiempo tenemos traducido al español su libro Tienes derecho a permanecer gorda de la editorial Melusina. En este libro Virgie aborda el tema de la gordofobia sin perder de vista varios ejes de intersección como son la raza, el género y la clase. Este es el tipo de libro que no puedes parar de leer porque es una mezcla entre vivencias personales con las que cualquier persona gorda podrá identificarse y una teorización profunda pero accesible sobre la cultura en la que se dan estas vivencias. Vamos a comentarlo aquí en líneas generales pero recomendamos fuerte su lectura.
Antes de seguir os dejamos un vídeo de una charla de Virgie subtitulada.
Empecemos por lo básico, ¿qué es la gordofobia? En líneas generales es el miedo/odio/rechazo a las personas gordas y a la gordura en general. La gordofobia crea un entorno de hostilidad respecto a las personas con cuerpos grandes, promueve una relación patológica con la comida y el movimiento y sitúa la carga de los sesgos antigordura en los individuos que no cumplen los estándares.
Es interesante que Tovar mencione como un factor fundamental la patologización de la relación con el movimiento que la cultura genera en los cuerpos gordos. Un cuerpo gordo habitualmente es percibido, y más importante, autopercibido, como un cuerpo no hábil para el movimiento, incluso ridículo cuando se mueve. Esto genera a la larga una disociación de nuestro cuerpo; cuerpo que es vehículo de toda nuestra experiencia. En cuanto al componente de fobia que nos compete, es importante mencionar lo que apunta Virgie: es normal tener miedo a que la gente te odie, lo que no es normal es que una persona odie o rechace a otra por su peso. Entiéndase aquí el uso de la palabra “normal” como “comprensible”.
La gordura es una cuestión cultural que difiere en su consideración según el tiempo y el lugar. No ha habido siempre la misma concepción de lo que es un cuerpo gordo a lo largo de la historia. Tampoco se tiene la misma consideración aquí de la que puede haber en el Caribe, Níger o Corea, por poner algunos ejemplos. La cultura occidental ha definido estar gorde como algo inherentemente malo, cuando en realidad el tamaño del cuerpo no tiene significado y carece de las asociaciones buenas o malas que le impone la cultura en general. En esta cultura, a las personas gordas se nos usa de chivo expiatorio de ansiedades tales como los excesos, la inmoralidad y la relación irrefrenada con el deseo y el consumo.
¿Por qué Tovar afirma que la cultura de la dieta y la supremacía blanca están relacionadas? Entre muchas otras cosas porque a través del discurso de preocupación por la salud se enmascaran no solo actitudes hacia la gordura sino también hacia la raza, la clase, el género y las capacidades. Es decir, ¿quién encarna el ideal de persona delgada? ¿puede la gente pobre permitirse comer sano en según que contextos? ¿qué es realmente comer sano? ¿cómo funciona la industria alimenticia y a quién beneficia? ¿pueden todos los cuerpos llegar a tener no solo el tamaño sino la forma que marca el ideal? ¿la gordura y la delgadez son solo una cuestión de lo que comes y de cuánto ejercicio haces?
Lo que transforma la dieta y hace que pase de ser un comportamiento individual, dice Virgie, es su inevitabilidad, la manera en la que se infiltra imperceptiblemente en pensamientos, visiones del mundo, e interacciones. El hecho de que no podemos excluirnos de ella. Para ejemplificarlo nos hace estas preguntas: ¿has pasado algún día de tu vida sin oir hablar o leer sobre calorías, sobre lo malas que son las patatas fritas o sin desear estar más delgade?
A pesar de que la palabra “dieta” ya no está de moda, el lenguaje utilizado para vender productos dietéticos ha pasado de centrarse en la pérdida de peso para hacer referencia a la salud, a la idea de que “lo saludable es la nueva delgadez”. Pero cualquier estilo de vida, filosofía o app que trate la pérdida de peso como objetivo es una dieta. Todo esto perdería atractivo si no llevara a la adquisición de un cuerpo más delgado, a pesar de que está comprobado que a la larga las dietas engordan y desestabilizan el metabolismo.
Prácticamente todos los ataques que recibimos las personas gordas se centran en la salud. Pero, ¿por qué esa preocupación paternalista por la salud lleva al rechazo, odio y burla hacia las personas gordas? Es más, ¿se suele mostrar preocupación por los problemas metabólicos que genera someter al cuerpo a dietas extremas una y otra vez, o por el impacto que tienen sobre la salud mental, la autoestima y la vida tanto estas dietas como la constante estigmatización que produce la gordofobia? La respuesta suele ser no, porque en el fondo esa preocupación por la salud no es tal, sino que la gordofobia es una cuestión moral. No es casualidad que la gula sea un pecado capital; la cultura de la dieta tiene componentes religiosos como el sacrificio, la penitencia y la culpa, que acaban siendo un círculo vicioso.
Habría muchas cosas más que reseñar sin duda, pero me gustaría acabar con las reflexiones sobre el futuro. El futuro es muy importante en esta cuestión porque el atractivo de la cultura de la dieta es una vida vivida en el futuro.
Como dice Virgie, quería que mi vida tuviera ciertos giros de guión y pensaba que controlar mi peso era controlar el relato […] pero el futuro es una realidad cerrada herméticamente que no tiene ninguno de los límites – o el potencial para la magia – del presente. Mi obsesión con mi yo delgado tiene que ver con la incorporeidad, con desasociarme de mi por completo, del presente y de mi cuerpo. Estaba intentando matarme de hambre como camino a la libertad. Me habían enseñado que la pérdida de peso era el factor clave que me concedería todos mis mayores deseos, pero la verdad es que no lo era. Porque no puedes encontrar el amor hacia ti misma en un camino pavimentado de odio hacia ti misma.
¿Y sabes qué? Hoy es mañana y tienes derecho a permanecer gorde.